Fernando III el Santo y Alfonso X el sabio.

Fernando III el Santo (1199-1252), hijo de Berenguela I de Castilla y Alfonso IX, rey de León, fue un determinante personaje en la historia de la reconquista española medieval, habiendo sucedido bajo su reinado una nueva unión de los estados de Castilla y de León, cosa que ya habia ocurrido anteriormente tiempo atrás cuando su predecesor, Fernando I habia dejado a sus hijos Sancho II el territorio castellano y al otro infante Alfonso VI el reino leonés, y tras producirse la división, se habria hecho con artimañas don Alfonso con el control de ambos reinos.

Fernando III el Santo fue de suma importancia al no solo unificar Castilla y León, sino tambien por su amplia contribución a la reconquista, con victorias en sitios como el de Sevilla, Córdoba, Jaén y Murcia, y durante su vida su reino llegó a tener vastos territorios sobre suelo almohade.

Fue en esos tiempos cuando los reinos moros de la península ya habian visto peligrar su permanencia en suelo ibérico tras la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212 que se saldó con una importantísima victoria de la coalición de los reinos cristianos, en una expedición que recibió la bula de cruzada con la bendición de los Estados Papales.

En cuanto a política y religión, tomó decisiones como las de imponer la lengua castellana en sustitución del latín, todavia muy utilizado desde la alta edad media sobre todo por el clero y otros sectores de las clases mas altas de la sociedad.

Hizo un reparto de bienes entre las órdenes caballerescas, la iglesia y el clero, lo que llevó a crear grandes latifundios.

Por otro lado, dió la orden de levantar las catedrales de Burgos y León e hizo grandes esfuerzos por llevar la cultura y la música a sus cortesanos y gentes, especialmente a su hijo Alfonso X el Sabio, de quien vamos a hablar en breves instantes.

El rey Fernando III el Santo fallece en el año 1252 en una sencilla sepultura, habiendo dispuesto sin embargo como última voluntad que su lugar de descanso fuese a los piés de la Virgen de los reyes, una imagen que su primo el rey San Luis IX de Francia le habia regalado, y que su sarcófago no tuviese estatua yacente. Tras su muerte le sucede su hijo Alfonso X, llamado el sabio, de quien procedemos a hablar.

Alfonso X el sabio, hijo de Fernando III el Santo, nació en Toledo en 1221 y murio en Sevilla al igual que su padre en 1284.

Alfonso X fue otro importante rey de la historia de la península ibérica, buen guerrero y hombre culto que se formó en todos los ámbitos de su vida y cuyos hechos y obras literarias dejarian huella en la historia de la literatura castellana y de España.

A la muerte de Fernando III, Alfonso X reanudaria las conquistas de su padre emulando sus gestas y victorias, participando en las ocupaciones de las ciudades de Jerez y Cadiz, y sofocando una revuelta de los mudéjares de Murcia y del guadalquivir.

Además de todo esto, en el ámbito político, durante gran parte de su vida, siendo hijo de Beatriz de Suabia, siempre tuvo la ilusión de tomar poder del trono del Sacro Imperio Romano Germánico, que por entonces estaba en posesión de la casa de Hohenstaufen, y Alfonso X dedicaria la mitad de su reinado a hacer esfuerzos por sentarse en el trono alemán, además de en el de Castilla y León.

Sin embargo todos sus intentos por tal propósito fueron rechazados y frustrados por la oposicion de los Estados papales, con lo que nunca sucedió.

Otros aspectos de su vida como rey fueron decisiones como la repoblación de los terrenos conquistados y la escritura de sus famosas obras, como un Libro de leyes, el Libro de ajedrez, dados y tablas y sus enormemente conocidas Cantigas de Santa María, de las cuales no todas son de su propia autoria, todo debe decirse, aunque al menos 10 sí son escritas de puño y letra del rey, siendo muy joven todavía.

Los difíciles últimos años de su vida fueron motivo de tristeza para él debido a sucesos como la muerte de su heredero, invasiones Benimerines, el fracaso de la conquista de Algeciras y rebeliones de nobles y de gentes de su propia familia.

En el caso de la problemática sucesión, Alfonso se decidió a satisfacer las aspiraciones al trono de su segundón Sancho, habiendo fallecido el primogénito Fernando de la Cerda, y una vez con el suficiente poder, Sancho y con el apoyo de buena parte de la nobleza, desposeyó a su padre de todos sus poderes y se enfrentó a su padre cuando este pretendia crear un reino en Jaén para el mayor de los hijos del difunto heredero primogénito, nombre de este infante era Alfonso de la Cerda.

Tras la muerte de Alfonso X, muchos nobles fueron abandonando a Sancho, el cual, a pesar de haber sido desheredado, logró su subida final al trono como Sancho IV de Castilla.